Editorial Cuneta

Nota en el diario The Clinic sobre nuestra antología de poesía norteamericana «La alteración del silencio»

 26 nuevos poetas gringos se dejan caer en Chile

Por Vicente Undurraga

De un mensaje que vía facebook el editor y poeta norteamericano William Allegrezza le mandó en 2008 al editor y poeta chileno Galo Ghigliotto surgió el proyecto “La alteración del silencio”, que consiste en publicar en Chile una antología bilingüe de 26 poetas norteamericanos consagrados y emergentes, y, como contraparte, publicar en EEUU una antología de otros tantos poetas chilenos relativamente recientes (desde José Ángel Cuevas y Elvira Hernández, pasando por Víctor Hugo Díaz y Adán Méndez, hasta Yanko González y Eli Neira).
A la intención de romper el mutuo desconocimiento debe, de hecho, su título el proyecto antológico. El silencio que se busca alterar no es de orden poético, sino editorial. Ghigliotto considera que el diálogo debe “reanudarse” y no “inaugurarse” porque hasta antes del Golpe la comunicación era muy fluida: “Pienso en cuando vino Allen Ginsberg con otros poetas, a fines de los ’60, invitados por Gonzalo Rojas a Concepción. Después del Golpe pasó poco y nada. Por supuesto que comenzó un diálogo pero en otros términos, en términos económicos sobre todo, y nos vimos invadidos de películas y de conceptos gringos que inundaron el imaginario chileno, pero de recibir expresiones más antisistema, como es la poesía, nada.
¿Nada?
-Bueno, casi nada. No he visto que antes de esta antología haya habido un intercambio serio entre editoriales o entre autores de ambos lados, salvo algunos poetas que han traducido textos sueltos de gringos y salvo también “This be the verse”, la antología que hace unos años Armando Roa publicó,  (Beuvedráis), pero ahí habían también poetas ingleses, muchos ya muertos, no era un panorama tan reciente”.
CUNETA CON CALABAZA
Dado ese contexto penca, Ghigliotto y Allegrezza se pusieron manos a la obra. Los poetas gringos los antologó Allegrezza, quien dice que estos son “los nietos poéticos de movimientos experimentales que se llevaron a cabo en el siglo XX en los EEUU”, refiriéndose a los poetas del Black Mountain College, a los objetivistas, a la escuela de Nueva York y a los beats. Aparte de los nietos de estos, se incluyen algunos poetas mayorcitos, como Maxine Chernoff o Charles Bernstein, que son una suerte de puente entre los movimientos recién mencionados y los jóvenes incluidos en esta antología, a los que Ghigliotto con Thomas Rothe estuvieron dos años traduciendo. Una vez finalizadas las traducciones, vino el trabajo de edición y diseño, que dio por resultado un archivo de casi 400 páginas. Y ahí Editorial Cuneta, que es comandada por Ghigliotto, volvió a toparse con la bestia negra de la edición independiente: el ítem presupuestario. Primero vino un aporte del Instituto Chileno Norteamericano de Cultura, útil pero del todo insuficiente. Entonces, conversando con Marcelo Montecinos, director de Libros La Calabaza del Diablo, decidieron aliarse. Cuenta Ghigliotto: “Cuando ya la plata se había esfumado -o fumado-, hicimos dos primeras ediciones muy limitadas, de 20 ejemplares, y nos dimos cuenta de que la edición oficial iba a salir mucho más cara de lo presupuestado inicialmente. Entonces Montecinos me ofreció ayuda con su imprenta (Caligrafía Azul). Así se sumó La Calabaza oficialmente al proyecto. Pero esta alianza parte de hace unos tres años, desde que vamos juntos a las ferias del libro”.
Se tiende a pensar que es puro problema la edición independiente, pero escuchándote da la idea de que se pasa más bien que mal, a pesar de las estrecheces.
-Sí, claro. Es épico en el sentido de que algunos editores independientes (no todos) ponemos lucas que después faltan a la hora de pagar las cuentas, y las ventas de ejemplares en librerías no alcanzan ni siquiera para cubrir los cheques de las imprentas. En ese sentido se pasa mal, pero juntarse con los autores a trabajar un libro, o con los amigos editores a conversar y coordinar huevadas como esta antología es muy entretenido y enriquecedor. Todo depende de las prioridades e intereses que se tengan. O sea, si piensas armar una editorial independiente para ganar plata, estái mal enfocado. Si no, es muy gratificante la edición independiente puesto que haces lo que quieres.
Por ejemplo, traducir y publicar a 26 poetas gringos de todo tipo.
SALUDABLES
En su prólogo, Allegrezza dice que esta muestra, aun siendo hartos los antologados, es condenadamente parcial, pues son 26 de un país donde hay muchos más poetas escribiendo. Como sea, asegura él que estos son bastante representativos. Y en efecto hay para todos los gustos y disgustos: 12 mujeres y 14 hombres, incluido Allegrezza, quien dice que se trata de poetas “importantes para la salud de la poesía estadounidense”.
¿Qué hay de nuevo, Galo, en estos poetas que los hace “saludables”?
-La novedad tiene que ver con la forma en que los norteamericanos tratan el texto, con una experimentalidad muy fuerte. Y eso puede venir bien acá, porque pienso que la poesía chilena tiende mucho a lo canónico.
¿Por ejemplo?
-Lihn, por ejemplo, es un referente que está súper instalado y es muy evidente cuando uno lee a varios poetas que están escribiendo y produciendo actualmente, está ahí Lihn, muchos están a su sombra. En cambio, en la poesía norteamericana actual hay una experimentación que arrasa con todo. Hay tipos que arman poemas con palabras sueltas tomadas en internet, hay uno (Roberto Harrison) que dice tener alucinaciones y las incluye en su poética, hay otro que toma como la estructura de textos orientales, etc. Las fuentes son mucho más variadas que acá. Aunque hay casos y casos, hay algunos poetas chilenos que se cierran las puertas a muchos tipos de lectura. Hay mucho prejuicio en la poesía chilena, incluso con la poesía local. A veces siento que hay un temor de los poetas en usar nuevos lenguajes, temor a quedarse hablando solos.
Este proyecto tiene una contraparte que será publicada en EEUU este año: poetas chilenos seleccionados por Ghigliotto y traducidos por Allegrezza.
¿Cómo fue esa contraparte del trabajo?
-Quise hacer una antología abierta, que recogiera distintos estilos. La idea era mostrar parte de la variedad de trabajos que hay.
¿Tiene Cuneta otra antología de este tipo en mente?
-Sí, de hecho empezamos a armar con un poeta portugués, Luís Filipe Cristóvão, una antología de poesía portuguesa que está muy buena. Hay poetas portugueses alucinantes, algunos viejos, otros más nuevos, y todos acá desconocidos.
¿Siempre piensas en esta modalidad de publicar simultáneamente allá y acá?
-Sí. Con Francia también pensamos hacerlo, pero no hay nada concreto aún.
Me imagino que lo que escasea más o menos son las lucas.
-Claro, y sin el “más o menos”.
POESÍA ESTATAL
Daniel Borzutzky, uno de los poetas antologados, es hijo de chilenos y es traductor de Juan Emar, Zurita y Huenún, entre otros. Uno de sus textos incluidos se llama “Poesía estatal”, donde se puede leer: “Este poema siente que para un poema no hay mejor propietario que el Estado / Este poema siente que la poesía controlada por el Estado es la poesía del futuro”.
¿Trabajarías con fondos estatales?
-Nosotros, como Editorial Cuneta, no postulamos a fondos públicos para editar libros, aunque sí para dar a conocer nuestros libros y autores en otros países, cosa que de otro modo nos sería imposible hacer
¿Por qué no para editar?
-Básicamente porque no quisiera que un libro de la editorial tuviera el logo del gobierno. Ademas, queremos ser independientes, publicar lo que nos parece importante sin tener que seguir los gustos de los jurados de los concursos del CNCA.
¿Por este gobierno o en general?
-En general, pero más que nada por este gobierno, que viene de un lado afín a la idea de tratar al libro como un mero producto, y no como un elemento constituyente de sociedad. Recordemos que Chile era un país sin IVA en los libros hasta 1976.
Y no pegaría bien porque hay que señalar aquí que el logo de Cuneta es un
encapuchado.
-Cierto… En todo caso lo de la capucha surgió porque al inicio la idea de Cuneta era ser una editorial pirata que publicara, a la mala, libros de autores que todos quieren leer pero por los que no pueden pagar. Pensábamos hacer lanzamientos con capucha, como las conferencias del FPMR.
¿Y qué pasó?
-Sacamos unas plaquetas de Bolaño, de Jaime Saénz, de Pablo de Rokha, de Pier Paolo Pasolini, y se acabaron rápido porque las vendíamos a luca. Después, varios autores que nos interesaban nos pasaron sus textos, así que ya no fue necesario falsificarlos. Ahora vendemos sus libros a precio pirata, pero en la legal.